jueves, 30 de diciembre de 2010

ENCONTRAR A LA PERSONA QUE BUSCAS, DEPENDE INICIALMENTE DE TI

Siempre tuve la fantasía de que para conocer realmente el amor de pareja, tenía que encontrar al “hombre de mi vida”.  Era algo muy simple y sencillo, “encontrarlo”, dado que en cuanto lo viera, pensaba yo, me daría cuenta que se trataba de él.  No podía describirlo, solamente sabía que él se debería interesar primero en mí y que yo debía darme cuenta que se trataba del hombre que estaba esperando.  Suena fácil, no?  Aunque claro, si quitamos a los que no se habían interesado primero, ya teníamos pocos y de esos pocos si yo no me “daba cuenta”, seguía sin encontrar. 

Hasta que un día le conocí, sí que se cumplió la primera premisa, se interesó en mí, pero para ser sincera, no tuve el feeling inmediatamente de que se trataba de él.  Pero claro, sembró mi duda cuando me dijo algo que me dio la pista de que podía haberlo encontrado.  Me dijo “no busques más, yo soy el hombre de tu vida, con el que te vas a casar y vivir toda tu vida, da igual a quienes hayas querido antes, no me interesa que puedas dudar, porque no vas a dudar, soy yo quien buscas,  y no hace falta que busques más”.  Evidentemente, pensé que podía haberlo encontrado y que tenía que conocerlo. 

Llevamos más de 15 años juntos y hemos pasado muchas crisis, pero siempre he procurado encontrar en él, al hombre de mi vida, porque cuando le conocí, había dejado de buscar.  Siempre intenté encontrar sus virtudes y no buscar sus defectos, encontrar los momentos en los que me había acompañado, que habíamos compartido y no buscar las veces que sentí que no me había entendido, encontrar las razones por las cuales me había enamorado y no buscar las razones por las cuales no éramos felices en determinados momentos.  Siempre ha sido una elección mía, inconscientemente había desencadenado un proceso, encontrar lo bueno y dejar de buscar lo malo.  Sorprendentemente, cada vez que me proponía encontrar algo bueno, lo encontraba y no necesitaba buscar nada más.

sábado, 18 de diciembre de 2010

¿BUSCAR O ENCONTRAR?

Según la RAE “buscar” es Hacer algo para hallar a alguien o algo y Hacer lo necesario para conseguir algo.  También dice que “encontrar” es Dar con alguien o algo que se busca y Dar con alguien o algo sin buscarlo.

Por tanto, definitivamente prefiero “encontrar” a “buscar”.  Creo que puestos a elegir no queremos buscar la felicidad sino encontrarla, no queremos buscar al hombre o la mujer de nuestra vida o el amor, o el trabajo ideal o lo que sea que queremos conseguir, sino que lo que queremos es encontrarlo. 

Si es cierto que algunas búsquedas son procesos enriquecedores que al fin y al cabo nos aportan más que la consecución del objetivo que perseguimos, si con ellas logramos un crecimiento o transformación.  Pero es evidente que en nuestro día a día, el estar permanentemente buscando,  nos lleva a la eterna insatisfacción.  Cuando sentimos que estamos a la espera de determinados objetivos, tenemos la certeza de que todo cambiará o todo comenzará o todo será diferente a partir de que los logremos.  Inconscientemente estamos eternamente insatisfechos, a la espera de algo que se resuelva o se concrete.

Me viene a la mente la imagen de las rebajas, cuando la gente sale de rebajas en busca del objeto preciado, aquello que necesita o aquello a lo que le ha echado el ojo y pretende encontrar a bastante mejor precio.  Se busca, se mira, se examina todo y cuando finalmente se decide por algo, el sentimiento de satisfacción es enorme.  Lo he encontrado, tanta gente detrás de esto y me lo he podido quedar.  ¿Era lo que quería?  ¿Era lo que buscaba?  Depende, a veces sí, a veces no, simplemente es perfecto porque cuadra.  O era lo que necesitaba y lo encuentro más barato; o no lo necesitaba, pero me será útil en algún momento y además a este precio, no podía dejarlo pasar.  Miles de razones o razonamientos, pero el sentimiento es el mismo, lo he encontrado y a mejor precio. 

Todo esto estaba ayer ahí, pero hoy se ve mejor, porque nos lo han rebajado.  Y yo me pregunto, ¿cuántas cosas tenemos ahora, aquí  y no hemos identificado como lo que estamos buscando?  ¿Será que necesitamos que nos las rebajen, para sentirlas más a nuestro alcance?  ¿O será simplemente que debemos nosotros ponerlas a nuestro alcance, con el simple hecho de identificarlas, sentirlas o vivirlas? 

No se trata de buscar, sino de encontrar, de identificar de entre todo lo que tenemos a nuestro alcance, lo que nos rodea, lo que hemos conseguido con esfuerzo y lo que nos han regalado; lo que estamos buscando.  Muchas veces nos olvidamos de todo esto y seguimos buscando incansablemente, ya no sabemos qué y puede convertirse en un proceso infinito o peor aún, en una conducta de vida.  Pero si encontramos, además de sentir la satisfacción del resultado, del proceso resuelto, dejamos de buscar y disfrutamos lo que hemos encontrado.

A partir de ahora intentaré encontrar y seguramente dejaré de buscar.

ENCUENTRA LUCIERNAGAS E ILUMINADORES

Un día en lugar de llamar a mi hijo por su nombre, le dije “bicho”, y me respondió “bichooooooooo?”  Y sin dudarlo un instante le respondí “eres mi bichito de luz, porque iluminas mi vida”.

Quienes sean padres o madres saben de lo que hablo,  ellos con su sola presencia, iluminan mi vida, hagan lo que hagan, están allí para poner luz,  y dar sentido a todas las cosas.  Pero muchos otros han iluminado mi vida, algunos la han compartido conmigo en algún momento, a otros tengo la suerte de tenerlos hoy en día y existen algunos a los que ni siquiera conozco, pero también me la han iluminado sin siquiera saberlo.

Todos podemos encontrar luciérnagas e iluminadores, pensad en vuestro día a día, siempre habrá llegado alguno, en el momento más (o menos) oportuno y su gesto pudo haber sido muy grande y consciente o muy pequeño o hasta inconsciente, pero ha sido el mensaje que necesitabais recibir.  Seguro que los encontraréis.

Es verdad la tan repetida frase de que cuando nos encontramos en un callejón sin salida, la única opción es salir por donde hemos entrado; pero podemos encontrarnos en un túnel oscuro, sin posibilidad de dar marcha atrás.  La luz que nos indique dónde está la salida, cuánto nos falta para llegar y que nos de la confianza que si que está, la agradeceremos de por vida, seamos conscientes o no.

Desde que descubrí que tenía luciérnagas en mi vida, me he sentido muy afortunada y agradecida.  Cuando supe encontrar iluminadores en mi vida, me di cuenta que no hace falta buscar, ni desgastarnos en la eterna búsqueda de lo que nos falta, simplemente hay que abrir bien los ojos y saber encontrar.  En definitiva encontrar algo es identificar en lo que vemos y tenemos a nuestro alcance, lo que estábamos buscando.